Acerca de
“Volviendo a casa”
De
Hugo Tabachik, por
Jorge Quiroga
La poesía
es todo lo
que se vive,
y aunque los
libros persistan, la
experiencia condensa en
esos vacíos la
eternidad que se
manifiesta-.Un elogio del
andar y el
errar, en el
instante fugaz de
una ensoñación con sentido, mientras
se van despedazando
vuelos rasantes, casi indispensables Lo
que ocurre es
que la vida
transcurre con y
entre nosotros, aunque
no consigamos otra
cosa que ser
iluminados por esa
luz, de intersticios
y de intermitencias.- Dilatamos un
breve espacio que
vive en nosotros,
y en e
que depositamos los
sueños más inverosímiles.
“Entendió que
poesía era una forma
de vivir no
de escribir”, dice
Federico Barea, y
Hugo recorrió el
mundo, siempre tratando
de atrapar ese
sentido huidizo y
cambiante, largos años pasaron
hasta que se
convenció que su
casa estaba aquí,
que era una
forma de decir
que su búsqueda
seguía solo que
de otras formas.
“Hugo se
transgrede con un
poemario donde se
festeja el andar
como medio de
vida, donde hay
lugar para el
humor, donde la
memoria y el
olvido se sacan
chispas y cada
poema es un
cachito de eternidad”
(F B)
El andar
es un entredicho,
la posibilidad de
un destino, donde
el cielo es
ese horizonte donde
los pájaros son
la maravilla de
continuar marchando-.
Los días
son expectantes, la ciudad
recobrada, lo viejos
bares, lo que
aún late y se esconde
en la inmensidad
del nuevo encuentro,
aquello que suspira
y palpita en
el deseo y
en el descubrimiento, pequeñas
perplejidades que encierran los
ocultos misterios y
el descubrimiento interminable.
Los seres
queridos, la biografía
de lo mínimo,
que envuelve en
un brevedad un
movimiento del existir
hacia su íntimo
refugio, las migraciones
del tiempo, para
alcanzar el secreto
y los tesoros de
lo que nos
conmueve..
Jorge Quiroga
Poemas
Biografía
Yo soy
un niño
andando
un sendero
escapado,
desconocido.
Me entretengo
Juntando
guijarros raros
que comparto
con los
ocasionales
compañeros
de marcha.
Domingo
Soy
cuando escucho
tu voz.
Soy cuando
te siento
cerca de
mí.
Soy
cuando me
veo respirar.
Nada de
eso
sucede.
El cielo
está nublado
sobre Buenos
Aires.
Ventana al
oeste
A veces
pienso
si tiene
algún sentido
seguir llevando
esta existencia
absolutamente innecesaria.
Pero el
crepúsculo
se dispara
en mil abejas
y el
árbol calla.
Dejemos,
Entonces
este asunto
a las
hilanderas.
Anoche
el
sueño
me trajo
tus ojos.
Gracias.
El
más allá.
-¿ Y más
allá que hay ?
-Un río.
¿ Y más
allá ?
-
-¿ Y
más allá ?
- Tierra.
- ¿ Y más
allá ?
-Montañas
-¿ Y más
allá ?
--Tierra.
-¿ Y más
allá ?
-Un mar .
-- ¿ Y
más allá ?
- Tierra.
- ¿ Y
más allá ?
- Montañas.
_ ¿ Y
más allá ?
-Tierra.
- ¿
Y más allá ?
-Un niño
preguntando.
El
gato viejo
Duerme la
tarde
Confundido
con las
piedras
y los
hierros
en un
trozo de sol.
Divide la
hora
en sesenta
minutos,
el minuto
el minuto
en sesenta
segundos,
el segundo
en cachitos
de eternidad.
Mi
primer trabajo
En Manhatan
Fue de dishwasher
en el
American Hotel
Salía de
allí
a las
cinco de la
madrugada
y veía
las estupendas
putas
negras
enfundadas en
satén
verde,
muy verde
bailar
Gershwin
En medio
de la
Quinta Avenida,
reflejadas en
el asfalto.
Me sentía
inmensamente libre.
Nadie era
mi nombre.
No me
quedaban ni los
zapatos.
Los
ruidos perdidos
Las cacerolas
golpeando entre
sí,
los chicos
jugando
a la sombra
del patio,
los carros
rebotando
en los
adoquines.
Sólo
la
larga mirada
de esos
ojos de agua.
(Hugo Tabachnik:
“Volviendo a casa”
De
Triaco Laboratorio Editorial
Libros del
Riachuelo
Bs. As. 2.015-
Jorge Quiroga
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