Entrelazar, unir, vincular,
escribir en un movimiento hacia el
mundo personal y el de los otros. Los hilos que el
tiempo anilla son destellos, retazos de los días, perdidos en la resonancia
que se va concentrando entre sí. La vida
posee esos rasgos que cubren la experiencia de la circunstancia, de esa
voz la
vida tiñe, invade, se adueña de
esos cambios repentinos de la luz del día. Envuelve y está en todas las cosas y
en el tiempo que va pasando. Algunas veces las palabras se acoplan, se juntan,
y esa unión las convierte en alertas. Todo continúa y ellas van y vienen, en
frases o líneas, que es preciso relacionar, para tratar de entender esa
constante sucesión. Las canciones depositadas en la memoria, insisten,
surgiendo quizás de la nada. Los relatos
siguen cortados y hay que contar y decir su unidad ilusoria. Todo torna
a su punto de inicio y hay que impedir que los recuerdos se cierren.
Las cosas son así y no de otra manera, y el cuerpo, tragado
por el tiempo renace en cada palabra. La pérdida es como una señal, que nos damos a nosotros mismos,
cuando estamos despojados. Algunos poemas como cargando cajas de sentido solo se reconocen en la instancia de una
lucha rodeada de silencio. Hay que permanecer atendiendo a ese fluir de lo que se ausenta en las
cadenas perdidas.
Una atmósfera de misterio oculta,
en pedazos, aquello que se reitera en las imágenes. Ir y venir es el consuelo. Un
libro en fragmentos, se despliega en esos reflejos que hay que reconstruir. Los
libros reunidos Ataditos, Anillos y
sueños, Notas de poesía,
secuenciados y que mantienen la unidad
de tono, el acercamiento a la verdad, la fragilidad y la reflexión interna,
sobre los hilos invisibles que unen las cosas nuestro pensamiento.
Cicatrices y marcas de una vida,
anillándose en esos lazos, nuevos anillos, mediante ellos soñamos y llegamos a ser. Colores,
reverberaciones, que indican, entre otros poemas, a los lugares que nunca
fuimos y que nos abandonan. El recuerdo, siempre presente, persiste entre nosotros,
herméticamente guardado.
¿Con que se sueña? Con las palabras, las historias, los retornos, los nombres, los
entresueños.
La muerte de lo cercano dispone
acechanzas, los amigos están, las imágenes también, allí atan la noche,
anuncian la claridad.
Entonces es posible soñar con “el
sol del tiempo” con restos de la mezcla del día y con añoranzas. Lo que
permanece perdido, escondido, ausente, puede inmiscuirse en una.
Siempre se quiere decir algo, por
eso se escribe, para contar y desdecirse, para entrar en ese mundo del que deseamos salir y ello es enterante
imposible.
Una se hace ataditos, el poema es
una manera de unir palabras secretas, que no obstante se encuentran para que
ella cuente.
El sol cierra las
heridas, y es imprescindible que nuestro
cuerpo brille en la luz.
Los olores de las ciudades lejanas, los nombres ocultos, son
en verdad nuestro equipaje.
Hay que ser visitante,
pensar y soñar al mismo tiempo, concentrándose siempre.
Es necesario de todos modos quedarse, y aunque el mundo se
disipe, el aliento es cada movimiento ante lo que sucede en torno
nuestro.
Los poemas de ataditos están dichos y escritos de tal forma que se configurn en interrogación acerca de
quién y
en qué lugar se formulan las preguntas. Ellas vinculan a un
ser que interroga sobre condiciones de existencia, con un lenguaje
elíptico que se dirige hacia el
fondo de la experiencia vivida.
Se trata en verdad de una escritura poética, donde se narra la aventura espiritual que indaga, sin atenuantes, después del trabajo de
depuración. ¿Cuál es su modo sino el de someter al ensimismamiento que deja el instante? Lo vivido
está relacionado con el relato de una inmersión, que limita con la espera. No
deben desorientarnos, los restos de algo que desconocemos desde el inicio en el
espacio de ese nombre claro.
Algunos poemas breves de “Ataditos” como si se hablara desde un
estremecimiento y esta es la forma de transmitir esa condición.
Las palabras las imágenes, se suceden en ritornelo, retornando desde la pausa en
que se anuncia. La tristeza parece ser un elemento no previsto que invade la realidad, hace
falta ahuyentarla, sofocarla, para que desaparezca. Esas
horas inútiles acechan y nos
rodean. La tarea de la poesía
consiste en restañar, logrando
que el tiempo continúe pasando ante nosotros
interminablemente.
El sol es un refugio
para su cuerpo, la luz y el calor
del sol, penetra en todo para hacer
vivir y sobrevivir. Los sueños existen
en esta poesía enigmática y secreta, porque los devolvemos, ellos son los que
atan los recuerdos para enseguida desvanecerse. El relato está entrecortado,
procede con omisiones que perduran. Las palabras a veces se unen, forman aglomerados, bloques que
siguen manteniendo su unidad.
“No se puede recordar
ni olvidar“, solo hay que perseguir esos hilos que hacen que el ser se constituya
en un movimiento infinito. La poesía es para esta poética, la obtención posible
de capturar un momento del tiempo, que inevitablemente se pierde
Los días se repiten, las líneas y las frases se interrumpen
en un borde silencioso que huye y deja en desasosiego.
Los poemas invariablemente
son ecos, y en algunos casos
impronunciables tristezas. Simultaneidad y contagios en un mundo que no permite
más que acercamientos.
¿En qué lugar reside
ese peregrinar, y ese aliento y color donde se encuentra? La pérdida es un
sitio desde donde
se parte, se configura para
iniciar un campo posible.
Laura Estrín mediante la interrogación sobre su propia
búsqueda escribe poemas cargados de
significación, que encierran modos de llegar a sus límites
Cuando nombra a algún
amigo, lo hace como extrayendo algún tipo de conclusión que se le escapa. Los
sueños, simétricos. Se asemejan a la vida pero no la substituyen.
Los pozos y huecos, son hilachas que lo escrito procura
juntar .Esta poesía, de íntimas soledad,
se vuelca ante el lector atento- ya que medita como hecho insoslayable-
son los rasgos de una visión hacia los otros.
Leerla, a esta poesía
es asomarse a la entrada de una tarea, que con extremo rigor, nos relaciona con
los destellos de una experiencia profunda.
La poesía junta, une, esos elementos que se dan , para
instalar las señales dispersas que se enlazan en poemas que dicen de
instantes pasados, o llenos de sol, o
vacíos, lagunas, que se convierten en imágenes que entretejen un
estado de éxtasis. Convoca a los sueños que se suceden en el brillo. Se
anilla, presenta ataditos que la vida brinda para tomarlos y desatarlos, la
poesía de Laura Estrín retiene esos hallazgos.
Jorge Quiroga.
Poemas
Matan
menos el verso
todo
Versos en una caja
fieles para nada
Dos mariposas blancas de diciembre
una mas grande amarilla
las cosas
las cosas quedan
El momento
un momento
en que todo cae se rompe
sin ajuar sin arrope
Diciembre de pequeñas mariposas blancas
como un campo silvestre y chico
de flores claras blancas
Y de carga vacía
Aprendí
vestido pollera pantalón
un duro jardín de delicias
Soñé que perdíamos
en algún lugar a Leni
Perdimos a Leni
es una tristeza sin irse
Los años son nuevos
los sueños mezclados de la noche
la poesía no se vende
La ajenidad y el cogollo
concurren
fieles
en matete desilusión
Todo raro es
El cuadro cruzado
todo claro
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Días largos de palmerasavarientas
Hilo tira cortado
Se aparta y tira
el hilo fino vive
tiende y tira
Boca ácida
la ropa
los hilos –Dominique
Agolpan nostalgias puras
enteras.
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Palabra va y viene
Atadita
que ni una imagen
que ni un consuelo
sostienen al desespero
Que ni madurez
que ni resuello
niegan derecha ausencia
lo que hace
Yo cuento
Laura Estrin