lunes, 18 de marzo de 2013

LA NOVELA DE PERÓN


por Jorge Quiroga


Escribir la Historia, montar una ficción desde los hechos reales. El registro  inevitablemente tiene un componente  periodístico, mejor dicho ese es el origen que motiva la  escritura, que tomará detalles y los convertirá en motor narrativo. El  enigma es la figura del General Perón, más que el peronismo y la época. La historia quizás secreta o confidencial capturada en el momento mismo de su retorno al país, en ese sentido se centra en ese aspecto y los sucesos de Ezeiza.
Dos momentos míticos  para la  historia  contemporánea  argentina, que la narración redobla. El epígrafe es de “París era una fiesta” novela de Ernest Heminway: “Si  el lector lo prefiere puede considerar este libro como una obra de ficción. Siempre cabe  la posibilidad de que un libro de ficción, deje caer alguna luz sobre las cosas que antes fueron narradas como hechos”
Se trata  entonces de ficcionalizar los hechos reales, contar una historia, la de Perón y la  decrepitud de su cuerpo en el momento en que vuelve. Los amagues y deslizamientos del  personaje  sobre esa posibilidad, formaban en la historia política misma  una manera de desorientar a propios y ajenos, como si se tratase de una operación ambigua, que no terminaba nunca de concretarse ya  que en verdad  era una especie de parodia (en 1964   Perón al volver en el baúl de un coche urdía una grotesca burla). Lo cierto es que  el  epígrafe nos remite a otro famoso. El de Quien mató a Rosendo escrito por Rodolfo Walsh donde se dice “Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial es cosa suya” (1968). Es decir, los hechos pueden convertirse en  Literatura por un acto del lector.  Claro que esto trae una problematización del tema de la verdad y su vinculación  con lo literario.
Tomás  Eloy Martínez lo relaciona con una ambigüedad contradictoria del General, que trata de explicar en base a criterios de lógica y práctica militar, que tienen referencias muy directas con la formación estricta o predominantemente castrense: Dice Perón “Los argentinos como usted  sabe, nos caracterizamos por creer que tenemos siempre la verdad. A esta casa vienen  muchos argentinos queriéndome vender una verdad  distinta como si fuera la única ¿y yo que quiere que haga? ¡Les creo a todos!”
En  realidad la posición de Walsh iba en dirección de la verdad como fundamento ético, y entonces su investigación “periodística” se transforma  en un proceso, donde eso que el llama periodismo,  aunque sabe que no lo es, modifica en el propio camino de la escritura, a los protagonistas y hasta el mismo escritor, que ya no será nunca más igual, porque allí va entrando en la militancia y con  ella se da a los demás.
Ahora, escribir la Historia, siempre y en este  caso de la Novela de Perón es un hecho de lectura (¿una ficción tiene que tener en cuenta esto que es una frontera y que se inmiscuye en el relato) Está la visión que se tiene de las cosas, y el testimonio por más fidedigno, o anclado en lo real, lleva siempre los indicios de una interpretación de los hechos y de su organización.
El testimonio aquí es utilizado en función de recortar un momento preciso, el retorno, y transformación en la historia mínima de este personaje, y de fragmentos, necesariamente hipotéticos de su vida, basada en huellas o referencias recogidas, hasta contar la historia de Perón y su pasado, en clave, y con la intención de acercarse a narrar esa figura ambiguamente descentrada.
“En la Argentina no, hay más hogar que el exilio”, acaso piensa el General, o un vacío, o algo que fue entrañable, y que al correr de los años y de su ausencia, se ha vuelto por lo menos irreal, no le pertenece, y ante el país dice que es un extraño, o se ve redimensionado con la incomodidad que trae el fluir del tiempo.
 El que vuelve, después de instalarse lejos y con el  aislamiento que trae la vejez, reconoce en esa grieta, lo fisura, hasta llegar a pensar que no quiere ser el mismo, porque ya es otro.
Lo dominan y lo cobijan, López  Rega  e Isabel, rodeándolo y  constituyendo su mundo posible, en la separación y en su desmemoria.
El Secretario privado, mucamo, confianzudo y trivial, está metido en la cotidianeidad sustentando su accionar, y comprendiendo los alcances de su desfallecimiento, hasta en el más mínimo gesto íntimo, convirtiéndose imprescindible hasta en su servilismo.
¿ Porque Buenos Aires queda tan lejos y es un punto inevitable que lo lleva al recuerdo? Sin embargo la indiferencia de Franco, contrasta con el deseo de muchos compatriotas. Dos tiempos, el de Madrid y el de Buenos Aires que no coinciden, ni siquiera se complementan.
Perón se encuentra en un momento de su vida que debe desprenderse y volver a la Argentina como país hostil. Cámpora  y su fidelidad ceremoniosa,  irrita al General. Desfilan sujetos de significación en los sucesos del retorno y el centro nodal del relato son los hechos de Ezeiza. Todo se encadena,  la invención ficcional y el testimonio, se trata de reconstruir, cubriendo esas circunstancias trágicas de la reciente historia política argentina.
Arcángelo Gobbi y sus oníricos encuentros insospechados con la virgen María vive místicamente, lo que no le impide empuñar un arma y perseguir infiltrados y enemigos. En la penumbra sigue Cresto, personaje que es una mezcla de ignorancia, agorerismo de barrio y miseria kischt. Isabel toma el nombre prestado al convertirse en el recuerdo en bailarina de compañías itinerantes (en la época del exilio) que deambulan por oscuras regiones del país  y Latinoamérica.
Como se ve cambios temporales, en función de esa cohorte de contrahechos cuya existencia emerge en el realismo maravilloso descampado de Eloy, cuyos vínculos con la realidad de por sí son propicios a una imaginería de lo narrado. Son sujetos como López Rega “dotado para el resentimiento”, cantor barrial, anacrónico, arribista, esotérico, y  berreta, del que no se puede esperar más que un residual ímpetu de venganza.
Tomás Eloy Martínez escribe una biografía novelada, alusiva, lo que ya es un riesgo porque se parte de cierto material de origen periodístico donde hay un desde  el vamos, y tal vez lo único que hay que hacer es montar  la urdimbre de esa trama, que por otra parte hay que contar.
Descifrar, leer entrelíneas, esto se le recomienda al hipotético periodista Zamora, quiere decir narrar una historia creíble con algo que se le escapa. Entonces la genealogía del General, se manifiesta, en esos primos ya vencidos y que se amontonan como un tropel en franca retirada... En verdad se habla de una biografía (o de varias, hecho a todas luces imposible) De una imagen fija, como la famosa de Ezeiza y de su palco, con hombres amenazando, blandiendo agresivamente armas.
Nada del cuerpo de Perón le pertenece, está insistentemente desposeído, por una constante presunción. Fotos de la Patagonia, desconocimiento del pasado, por lo que no importa que  nada sea verdad o mentira. Los otros son los que hacen pensar a un hombre, y señalan la vejez como cambio de humor. López elabora un libro de Memorias con los astillados recuerdos del General, y utiliza una impertinencia activa para lograr que su objetivo se cumpla.
Un poco todo será en vano. Con una pizca de insatisfacción y de rutina, que ironiza el tiempo que pasó. Hay que elegir un pasado, hundirse en historias remotas o reescribirlas. Un cuerpo desaloja a otro cuerpo, una ráfaga de evocaciones distrae al General de su intento, como si ello fuera algo ilusorio.
El esfuerzo consiste en recordarlo todo, para dar así la medida de un hombre, y esto se vislumbra como imposible. “Al mediodía de este 20 de junio, luego de marchas desde la Rotonda de Lavallol, las columnas de militantes llegarán a la retaguardia del palco, en la autopista de Ezeiza” Allí aparecerán otros protagonistas los jóvenes revolucionarios (Tomás Eloy ya los había tratado en otros textos en ese caso periodísticos como “La pasión según Trelew” donde concreta un tipo de escritura en la que el testimonio y la reconstrucción de los infaustos acontecimientos del fusilamiento, y la rebelión popular, que acompañaron los hechos históricos del sur del país. Eloy Martínez cuando  reprologa el libro en 1997 ya se siente lejano a esos hechos y se considera otra persona. En el de l 73, reflexiona “Me propuse tan sólo organizar las voces de aquel coro para que su sonido no traicionara el sonido del pasado”. Justamente de esto se trata y aunque no compartiera la forma de pensar de esos “militantes”, héroes para algunos, víctimas inútiles para el pueblo en general, su trabajo) es periodístico y le cuesta el propio cargo. Eloy compromete así  su vida se dispone a tratar de entender a los inútiles fusilamientos, su labor entonces es medida, y casi desaparece, porque su intención es comprensiva y trata de desnudar en esos hombres - los fusilados guerrilleros y los de la “Asamblea del pueblo”- con la obtención de un registro que le permita ver la realidad de una situación de extremo conflicto, donde su lectura periodística será  testimonial e identificatoria).
Diana en la novela es personaje prototípico, joven  sexuada y troszquizada, una especie de paradigma femenino de la militancia  extrema. Como decíamos la estrategia narrativa de la Novela, es contar la vida del General mediante una constante evocación de hechos ocurridos en la infancia y en la juventud de  Perón visto desde  el conflictivo presente de la vejez. Todo  ese  movimiento es provocado por dos sucesos: el inminente regreso y sus preparativos. Entre ellos las Inevitables Memorias que prepara Lopez Rega, escudriñando el pasado del General, con minuciosidad de  escriba y tergiversación obsecuente. En verdad, estas maniobras o procedimientos de la narración, se confunden, y se esboza  el tema de la falsificación (la verdad y la mentira) o la invención de una realidad que complemente en esos escritos, la verdadera y a veces inadecuada consistencia de los hechos. Así López  tiene una voluntad política, y el novelista  piensa en Literatura.
Esta vuelta de tuerca, aparte de presentarse como un ademán pícaro, está dirigida de forma evidente a funcionar como lectura, que crea  su propio verosímil, y las referencias siempre vuelven al círculo trazado por la poética La relatividad de lo verdadero o lo falso se rige  por una lógica de efectos que buscan la significación de determinadas consecuencias. La invención, en ese hiato que separa el hecho atestiguado de alguna manera, en Literatura narrativa se arriesga a sumergirse en sentidos que el  arbitrio determina, claro que no sólo  esto debe guiarse  por lo verosímil literario, sino que el propio material exige un trabajo que conmocione, que linde con la  verdad. Se trata de una escritura que al tratar temas históricos, debe ser integradora de elementos dispersos. Eloy  Martínez  considera esto con cierta ambivalencia y lo apócrifo es un  recurso elusivo. Algunas situaciones, incluso personajes., tienen como misión única  cerrar la estructura de la novela.
Además decir que se realiza  una reconstrucción de los hechos que el escritor modula para transmitir una  determinada concepción  de ellos. El relleno de los blancos  de manera inevitable lleva hasta allí. El espacio de la Literatura está colmado de presuponer cosas que se desconocen. Ahí se arriba al vínculo con lo político e ideológico, que en este caso, y sabemos que Eloy es parte integrante de lo que está  ocurriendo con Perón  en su final estadía en Madrid, y con su retorno. La misión periodística que motivó el acercamiento a ese exilio agónico del General, ha sido transformada en empresa literaria. Ante su vista en ese fugaz contacto, se encuentra con un personaje escurridizo y kischt.
Que en verdad se engaña a sí mismo, y está como fuera de todo territorio, y los afanes son los de un hombre viejo, cercano al estertor de la muerte y mostrando indiferencia e incomodidad en relación a su  inseguro regreso a la Argentina. Ni Perón, ni López Rega pertenecen a este mundo, uno por  desencarnación como el dice, el otro porque navega entre la  sordidez, el esoterismo y la especulación.
Descifrar a Perón, leer entrelíneas es lo que se le encomienda a Zamora ( ¿ Por que Eloy elige esta sustitución del nombre, edificando un socias y en otros momentos cita a la conducta de Eloy y sus merodeos en Puerta de Hierro, descubriendo el origen de la novela, que arrancó de la labor periodística? ¿Porque Zamora (el alter-ego de Eloy es en la novela un escritor fracasado? deprimido parece no valorar aquello que se pide,  desmitologizar. Eso es imposible tal vez con la vida de Peón cubierta y recubierta por leyendas blancas, grises, y negras. Parientes enmudecidos, circulan en  la novela familiar,  son aquellos que se ignoran entre sí. Viejas fotos, que ni siquiera pueden ser rescatadas plenamente porque la vejez atenta contra la memoria.
La no pertenencia, es, entre otras cosas, no verse en el cuerpo. En la enfermedad y en la no continencia  vive y se demuestra la igualación vergonzante. “Ha envejecido tan de golpe que ni siquiera  sabe que cosa es el pasado”  y esta constatación vuelve indiferentes a  los que se hallan próximos al fin. El pasado ya no puede responder, y Perón que fue de los demás, recién ahora se enfrenta con su destino postrero. Allí lo toma Eloy Martínez y encuentra una vida banal y cotidianeizada. La vejez es irónicamente un tránsito del humor y la Argentina “indisciplinada” en la que piensa Perón lo que logra es confundirlo.
Su historia no necesita de lustres falsos, pero la versión definitiva será la Historia que Perón está contando aunque sea falsa. Historias sin embargo remotas, en el Claustro donde reposa Evita, el General y el Secretario se dedican a escribir memorias que ya duda el viejo de que sean fieles. Registrar los recuerdos del General, algunas veces arrancárselos, es de algún modo reconstruir un pasado. López hace que vanamente Perón recuerde todo lo posible, lo sustenta, lo aísla, lo manipula, y Perón se deja hacer ante esa insistencia El entorno adquiere allí su significación, pero se trata de miradas oblicuas que exceden el testimonio.
Lo cierto es que el General (las calidades y las esencias castrenses están propositalmente remarcadas) ya que el que vuelve es un militar, regresa siendo una persona distinta de la que se  fue. Todo se presenta como una ficción, se configura una narración novelada que se atiene a hechos, que pueden derivar en construcciones  hipotéticas o no, que a veces arrancan de hechos “comprobables”, pero como en  la ficción operan  con su propia lógica y sentido.
Hay elementos entonces de no-ficción, el texto narrativo emerge esa zona ambigua, real,y de manera predominante se tiene una versión de esa realidad. Si lo apócrifo es algo, o fabuloso o supuesto, o fingido, lo ficcional puede operar en el lector, como diciendo la “verdad” de la historia misma. La complejidad de lo falso, y de lo verdadero no se reducen a la versión ideológica, y aunque las cartas están marcadas desde el principio, es posible leer en el relato como lo verosímil, no en el sentido de su función literaria, sino de la verdad posible.
Dice Saer, refiriéndose al carácter de la ficción “no es por lo tanto una  reivindicación  de lo  falso de un modo deliberado –fuentes  falsas, confusión de datos históricos con datos imaginarios, etc.  -lo  hacen no para confundir al lector, sino para señalar el carácter doble de la ficción, que mezcla de un modo inevitable, lo empírico y lo imaginario”. (“El concepto de ficción”)
Esta oscilación, y esta densidad, por lo menos se hace relativa cuando se trata de una escritura que no deja determinar, para la lectura, cual es el margen de la distorsión o lo inventado, y aunque la realidad objetiva es compleja los límites están dados, porque es imprescindible ver  al texto de esta novela de Eloy como una ficción filtrada por lo real, y no olvidemos que los personajes principales son históricos.
Basar la novela en la Biografía de Perón, y centrarla en su retorno al país, es medir el efecto, que el propio tema posibilita como recurso. La novela tiene secuencias que confluyen: La historia de Arcángelo, de los guerrilleros y de los represores que se dirigen al relato central, y deben ser leídas como operaciones interpretativas, que a veces se niegan a  si mismas. Mezcla de elementos congruentes, el registro es dócil a una lógica que está afuera del texto narrativo, los niveles políticos de inteligencia, se encuentran en la tensión de la narración histórica.
Está inevitablemente convocada la verdad, y  la autonomía posible es ambigua. Pone en juego  una sucesión de movimientos imaginarios, porque tal vez lo que interesa es el lado de lo real-maravilloso de la historia. En los ahora lejanos tiempos, la inexplicable renuncia del padre de  Perón, y su  huida  al sur, al desierto, lo conmociona y lo desubica al general, es como si la acción del  padre  fuera impensable para  él instalarse en otro territorio dificulta sus planes rutinarios, el padre quiere utópicamente fundar una ciudad para un hombre solo, y ese sueño desmesurado no puede ser otra cosa que la entrada en el abandono.
Pero Perón quería según Eloy Martínez, sobretodo mantener su centro de gravedad, y esta presencia de la rutina del General será un modo de considerar lo que Perón  realmente emprende.

La decrepitud física, la urgencia obsesionante de la vejez, la enfermedad y la senectud como final doloroso, ”esas tristes gotas” horadan ese tiempo podrido, del cual solo quedan algunos recuerdos, como una muestra, que ya no tienen otra posibilidad que enfrascar al general en una historia personal que termina por desconocer.
Allá arriba en el claustro, el cadáver de Evita suspira interminablemente, en ese lugar donde la memoria funciona más como un requerimiento de López Rega, que con sus elucubraciones y acertijos cuenta la auténtica historia o la que conviene decir.
La vida de Perón es una sucesión de episodios, que van más allá de su propio sentido. Lo importante es como se lea esa acumulación de acontecimientos, viejas fotos amarillentas, el padre no pudiendo volver nunca más, clausurando el pasado. Todo lo ve el general, como si fuera un testigo, ni siquiera privilegiado, en el  mismo instante en el que se da cuenta de que todo es una evocación. La influencia del Conde Von Schlieffen, y su concepción de la guerra, en la cual las contradicciones y los infinitos planes estratégicos, al ser todos válidos, y al anularse unos a otros, para volver a resurgir y construir una nueva teoría estratégica, que no importaba, en su continuo desplazamiento nada más que ser la instalación dc paradojas aparentes que  impactan en el pensamiento de Perón.
Esto constituye una forma de decir, que los dogmas eran invariables y que era preciso reformular continuamente la realidad, que no debe medirse con una sola vara, y de encontrar las fuentes para el verdadero apogtematismo de Perón, y de su posición pendular, encontrando así el posible origen de su natural oscilación política. La simplicidad de Perón se vierte en una verificación de lo ambiguo, de disponer las situaciones en un verdadero abanico de posibilidades Por eso cuando acceden al poder los políticos como Irigoyen, como Perón encuentran su destino demarcado.
La idea central de la Nación en armas “que  no es sino la subordinación de las industrias, servicios y energías del país, al objetivo de la defensa nacional” la vertebra Perón siguiendo a Schlieffen, lo que demuestra la ductilidad  del acertijo. La “gangrena anarquista” fue una proliferación que el militar debía combatir a toda costa, y la participación de Perón en el golpe del 30, lo vincula en una posición dictada por su condición de militar jovcn, más que de una cerrada  actitud inmodificable.
El baño de flores en la Avenida santa Fe a  los triunfantes cadetes del Liceo Militar y el mismo Uriburu y la forma de considerar estos hechos, y también la manera de  posicionar a Perón respecto de los civiles y la “abdicación” de Irigoyen constituyen formas de entender esos procesos.
 Pero esto se da en un ambivalente personaje que remarca su pertenencia a lo político algunas veces y otras a su carácter de militar, (recordemos que estas cuestiones se dan muchos años después, muy cerca de que los militares argentinos vivieran la aventura de la suma del poder, y luego el repudio más absoluto ).
Tomás Eloy Martínez entra a su vez  como personaje explícito cuando Perón le aclara que entró a ese golpe del 30 como uno más  y esto es como la  aparición  de un cable a tierra, que tiene un efecto “desrealizador”. Perón inventa consignas: la Patria socialista, la Patria  conservadora, en realidad dice que solo está  sumando frases. La Historia para el General es una puta, hay que gobernarla cogerla por el culo, es como si Perón en su ocaso se convirtiera en desacralizador de lo que se le escapa, o ya forma parte de4 un mundo lejano, venalmente anacrónico, o de un pasado sin memoria.  
Num Antenaza, es el guerrillero que confiesa a Zamora (que necesita ser “ficcionalizado” evidentemente como subrayándolo), que fue quien mató al repudiado General Aramburu. Zamora  y la mosca que se posa en el espejo del coche divide la verdad en miles de pedazos, por lo tanto ella es inaprensible. Las columnas montoneras avanzando por Ezeiza y Num mezclado con Ana/Diana la militante de izquierda, ahora en la epopeya del retorno del 20 de junio. El  periodista deambulando por allí, ve a amigos, conocidos y poetas, hundidos en la multitud. Hay escenarios que van cambiando: el humo del café Gijon, la historia decrépita de los primos de Perón enlazados en la historia, el nombre de Num excluido de los 12 apóstoles.
Zamora que no entiende la muerte, otros ni pueden pensar en esa circunstancia, según Num el grupo inicial necesitaba sobrevivir y  por lo tanto debía haber la muerte de un enemigo, en un  momento histórico en el que todo cambiaba de sentido. Porque en esta novela están presentes los momentos congelados, periodísticos (Ezeiza, el asesinato de Aramburu, el regreso de Perón, etc.) que arrastran de por sí  un imaginario argentino. El grupo de la infancia de Perón se pierde en el laberinto de los cuartos vacíos preparados  para la masacre, la historia de la primera mujer de Perón y su esterilidad, o las andanzas de la  madre del general.
Una secuencia que Eloy Martínez desarrolla en otra novela posterior, es también un instante congelado y crucial de la historia política argentina, Num le narra las peripecias del cadáver de Evita (( En “Santa Evita” ya Eloy  madura su método inventivo,, lo que parecía fábula histórica ya es un relato ficcional, investigación tergiversada,  narración de una conspiración residual, viaje por la locura donde las copas del cadáver, su dispersión, semejan un juego de espejos en el que la muñeca deambula por innumerables vericuetos,
Entonces el féretro itinerante es como una metáfora de las desventuras del país de noticias falsas, mentirosas y verdaderas,  historias míticas. ¿De quién esa luz, la fosforescencia que emana de  esa irradiación? ¿Quién posee ese misterio? Evita en las oficinas militares de quien la  esconde, detrás  de la pantalla de un cine, trasladada  varias veces, hasta terminar en un cementerio europeo en Milán con un nombre supuesto.
El inventario de conjeturas y de desgracias personales invaden el itinerario novelesco de esos personajes perseguidos y  desventurados, que se obsesionan hasta llegar a la degradación. Esa Evita “entre el arrabal y la cursilería” que se infiltra a pesar de todo por encima de los prejuicios, cobrando dimensiones que la hacen sumamente inaprensible.
Las velas y las flores que enigmáticamente aparecen y reaparecen como manifestación de un eventual “Comando de la Venganza” de los que sus captores se vengan llamándola  yegua, puta, pero que al fin  terminan sometidos al influjo de su mito. Los simulacros literarios de Copi, Perlongher, hasta Walsh, no hacen sino redoblar  un horizonte nacido casi de la insignificancia y de la nada, un camino que se consolidó imprevistamente y ya nadie pudo evitar o bifurcar.
Es como una búsqueda sin destino. El esconder los rastros de ese cuerpo.
¿Qué hacer con él? Quemarlo, diluirlo, preservarlo, enterrarlo, cuando parece que guarda una nueva vida, en la que ese pequeño cuerpo embalsamado encierra todo un potencial sagrado. “El arte del embalsamador se parece al del  biógrafo”, los dos tratan de inmovilizar la vida, dice Eloy Martínez, y el  novelista toma esos procedimientos como una búsqueda que le permite rondar y reproducir en procura de verdades móviles).
Perón en realidad piensa volver a pampas arrasadas, saqueadas exprimidas, sin saber siquiera a quien pertenece, y retornan los cuatro mil pedazos, de esa contingencia que lo excede con su irrealidad. Esto que es conjetural, se torna una lectura literaria, que es en verdad traer el pasado “biográfico” del general, es colocarlo en una estirpe de construcciones familiares.
Entrar a pensar sobre un cuerpo que corrompe es el auténtico tema narrativo. Perón en los momentos previos a su retorno, cuando se hacen las valijas para un imprevisto viaje, repasa su vida y constata que todas las cosas, inexorablemente  han pasado, sobretodo cuando uno pone el pie en el umbral de su vida. López quiere hacer migrar el espíritu de Evita al cuerpo de Isabel, para cumplir sus mandatos de dominación, desea convertirse en el amo absoluto, poco a poco va urdiendo su manejo capturando a la  señora y al general, el resentimiento que Eloy Martínez descubre en él, simplifica el atroz personaje. Son rituales para lograr la total transmigración que lo permita todo.
Eloy lo entrevista a Perón, transcribe sus frases, y repentinamente el general desmiente el encuentro maniobra, lo utiliza, lo toma como altoparlante en las posibles vísperas de un llamado a elecciones ( el famoso desensillar hasta que aclare ) y el escritor tucumano se ve obligado a re4producir sus cintas .De lo ocurrido Eloy hace una lectura periodística política. Perón que siempre decía  que  el “escribía” sus propios cuentos, está planteando que el incidente no fue verdadero, que la verdad esta en lo objetivo, pero que también hay que ficcionalizar la práctica, con un gesto previsible que le exige su condición de exiliado, que no puede hacer declaraciones políticas en España. La verdad trastrabilla, sobretodo si queremos  hacer movimientos políticos, que siempre tienen un plus de incongruencia.
En un  momento, que es mínimo en la historia, Perón se vuelve el que se encuentra en la infancia, y su voz ronca diciendo “Compañeros! “ nos arrastra a un pasado que de ninguna manera es real, y que ni la cita literaria  hace real. El nombre Tomás une ilusoriamente lo que no puede juntarse, es el nombre del padre de Perón, y es seguro que al general le trae recuerdos de los desiertos de la Patagonia y de su lejanía, del hombre que quiso construir una ciudad de la nada
¿Es  acaso  Perón una figura vacía, donde  los sentimientos son de los  otros que lo colman, desde hace mucho según Eloy los representa está como suspendido. Zamora queda varado en la autopista que va a Ezeiza, y allí oye la noticia del desvío del avión, que aterrizará en una base alternativa ante los graves hechos que suceden  en el lugar de la concentración. Los recuerdos y el presente se entremezclan invariablemente, la época del viaje a  Europa en la segunda guerra mundial, su retorno que es  una manera de completar una imagen que no se desdice y alude a lo que ya está sepultado.
La historia y los abrazos amorosos de los militantes guerrilleros juveniles, viene a  poner el foco en los que son los otros protagonistas de la Operación Retorno. Ellos son pintados con atributos cortazarianos  casi  paródicamente. El zezeozo  Coronel  Osinde es el encargado de la aniquilación, en vuelo de águila observa la multitud, cumple su objetivo exterminador y  siniestramente represivo.
Perón cuando se despide de Madrid acumula rencores y envidias, que no podrá cerrar el impulso de su entrada en la gran política, ya que la memoria es perezosa como su decadencia física y los recuerdos inmediatos y distantes. Pero el pasado vuelve, de eso se trata  la novela, los hombres de seguridad pueblan el Aeropuerto con sus barrigas y sus armas, después ocuparán el terreno.
Una Comitiva “protocolar” aguarda al General, los 7 viejos son cloacas de su pasado , meros fantasmas de la vejez  ignominiosa. Un gentío sin comandantes  acosa al palco  con su pedido. e insiste con sus preguntas. La tragedia se desata y los hombres resisten, torturas, bravuconadas grotescas y muertes grotescas sobrevuelan y contaminan el aire de Ezeiza.
Años después Eloy Martínez publicó “Las vidas del General” donde reúne textos de diversa naturaleza  cuyo centro es el trabajo periodístico para la revista Panorama, una memoria que Perón le dictó  1970, y que luego consideró canónicas.
En verdad eran Desmemorias de alguien ya deteriorado, que luego  se iba a transformar en un personaje clave de  la  coyuntura. Eloy Martínez las publica “con la esperanza –quizás  inútil– de  que esas páginas dialoguen con todas las ficciones que escribí sobre el  peronismo, y de algún modo las clausuren”. Documentos y testimonios, referencias a pueblos donde habitó  Perón en la infancia, recuerdos de amigos sobrevivientes, entrevistas, recortes, actas, registros, momentos  significativos la actuación de Perón en “La Forestal” anécdotas y perfiles, versiones “fidedignas” En realidad , aquí está la base material para sus posteriores ficciones, publicados en el ojo de la tormenta.
En el Capítulo “Perón y sus novelas. Eloy se pregunta como disponiendo todos los datos pasa  escribir una biografía del General terminó realizando una novela de ficción. Amalgamar en una voz, periodismo y literatura fue lo que se le impuso como tarea, y lo fue definiendo cono escritor. Cuando se dio cuenta que la Historia de ese período era inverosímil, comenzó a ensayar su invención, tenía suficiente material  fantástico para convertir “el presente en una  fábula”. Ya que en las “memorias” Perón quería construirse, forjar su propio monumento, se dedicó a inventar su vida. A instalar su “versión narrativa” (ideológica)  que se separaría de otras versiones periodísticas e históricas que colisionan entre sí. Eloy escribió varios borradores: el primero periodístico, luego intentó la Biografía y también fracasó, al  fin configuró una ficción.
Pero esas “verdades en movimiento”, que respiran en  la novela colocan un problema. ¿En qué lugar está la verdad? hay una verdad de la Literatura aunque la ficción se relacione con lo verosímil literario, el periodismo maneja un criterio de verdad que se complejiza con la información, su posible manipulación, y la naturaleza de la comunicación en sí. Y la Historia linda a veces  con la locura, la pesadilla y la Verdad, pero sigue siendo Historia.
Las  lecturas y versiones narrativas se entrelazan en un juego donde es difícil dividir las aguas, encontrar el hilo invisible que las reúne en sus diferentes visiones. En realidad son formas en las que se tergiversa un pasado.