por Jorge Quiroga
Escribir la Historia, montar una
ficción desde los hechos reales. El registro
inevitablemente tiene un componente
periodístico, mejor dicho ese es el origen que motiva la escritura, que tomará detalles y los
convertirá en motor narrativo. El enigma
es la figura del General Perón, más que el peronismo y la época. La historia
quizás secreta o confidencial capturada en el momento mismo de su retorno al
país, en ese sentido se centra en ese aspecto y los sucesos de Ezeiza.
Dos momentos
míticos para la historia
contemporánea argentina, que la
narración redobla. El epígrafe es de “París era una fiesta” novela de Ernest
Heminway: “Si el lector lo prefiere
puede considerar este libro como una obra de ficción. Siempre cabe la posibilidad de que un libro de ficción,
deje caer alguna luz sobre las cosas que antes fueron narradas como hechos”
Se trata entonces de ficcionalizar los hechos reales,
contar una historia, la de Perón y la decrepitud
de su cuerpo en el momento en que vuelve. Los amagues y deslizamientos del personaje
sobre esa posibilidad, formaban en la historia política misma una manera de desorientar a propios y ajenos,
como si se tratase de una operación ambigua, que no terminaba nunca de
concretarse ya que en verdad era una especie de parodia (en 1964 Perón al volver en el baúl de un coche urdía
una grotesca burla). Lo cierto es que
el epígrafe nos remite a otro
famoso. El de Quien mató a Rosendo escrito
por Rodolfo Walsh donde se dice “Si alguien quiere leer este libro como una
simple novela policial es cosa suya” (1968). Es decir, los hechos pueden
convertirse en Literatura por un acto
del lector. Claro que esto trae una
problematización del tema de la verdad y su vinculación con lo literario.
Tomás Eloy Martínez lo relaciona con una ambigüedad
contradictoria del General, que trata de explicar en base a criterios de lógica
y práctica militar, que tienen referencias muy directas con la formación
estricta o predominantemente castrense: Dice Perón “Los argentinos como
usted sabe, nos caracterizamos por creer
que tenemos siempre la verdad. A esta casa vienen muchos argentinos queriéndome vender una
verdad distinta como si fuera la única ¿y
yo que quiere que haga? ¡Les creo a todos!”
En realidad la posición de Walsh iba en
dirección de la verdad como fundamento ético, y entonces su investigación
“periodística” se transforma en un
proceso, donde eso que el llama periodismo,
aunque sabe que no lo es, modifica en el propio camino de la escritura,
a los protagonistas y hasta el mismo escritor, que ya no será nunca más igual,
porque allí va entrando en la militancia y con
ella se da a los demás.
Ahora,
escribir la Historia, siempre y en este
caso de la Novela de Perón es un hecho de lectura (¿una ficción tiene
que tener en cuenta esto que es una frontera y que se inmiscuye en el relato) Está
la visión que se tiene de las cosas, y el testimonio por más fidedigno, o
anclado en lo real, lleva siempre los indicios de una interpretación de los
hechos y de su organización.
El testimonio
aquí es utilizado en función de recortar un momento preciso, el retorno, y
transformación en la historia mínima de este personaje, y de fragmentos,
necesariamente hipotéticos de su vida, basada en huellas o referencias
recogidas, hasta contar la historia de Perón y su pasado, en clave, y con la
intención de acercarse a narrar esa figura ambiguamente descentrada.
“En la
Argentina no, hay más hogar que el exilio”, acaso piensa el General, o un
vacío, o algo que fue entrañable, y que al correr de los años y de su ausencia,
se ha vuelto por lo menos irreal, no le pertenece,
y ante el país dice que es un extraño, o se ve redimensionado con la
incomodidad que trae el fluir del tiempo.
El que vuelve, después de instalarse lejos y
con el aislamiento que trae la vejez,
reconoce en esa grieta, lo fisura, hasta llegar a pensar que no quiere ser el
mismo, porque ya es otro.
Lo dominan y
lo cobijan, López Rega e Isabel, rodeándolo y constituyendo su mundo posible, en la separación
y en su desmemoria.
El Secretario
privado, mucamo, confianzudo y trivial, está metido en la cotidianeidad
sustentando su accionar, y comprendiendo los alcances de su desfallecimiento,
hasta en el más mínimo gesto íntimo, convirtiéndose imprescindible hasta en su
servilismo.
¿ Porque Buenos Aires queda tan lejos y es un punto inevitable que lo lleva al recuerdo? Sin embargo la indiferencia de Franco, contrasta con el deseo de muchos compatriotas. Dos tiempos, el de Madrid y el de Buenos Aires que no coinciden, ni siquiera se complementan.
¿ Porque Buenos Aires queda tan lejos y es un punto inevitable que lo lleva al recuerdo? Sin embargo la indiferencia de Franco, contrasta con el deseo de muchos compatriotas. Dos tiempos, el de Madrid y el de Buenos Aires que no coinciden, ni siquiera se complementan.
Perón se
encuentra en un momento de su vida que debe desprenderse y volver a la
Argentina como país hostil. Cámpora y su fidelidad ceremoniosa, irrita al General. Desfilan sujetos de
significación en los sucesos del retorno y el centro nodal del relato son los
hechos de Ezeiza. Todo se encadena, la
invención ficcional y el testimonio, se trata de reconstruir, cubriendo esas circunstancias trágicas de la reciente
historia política argentina.
Arcángelo Gobbi y sus oníricos
encuentros insospechados con la virgen María vive místicamente, lo que no le
impide empuñar un arma y perseguir infiltrados y enemigos. En la penumbra sigue
Cresto, personaje que es una mezcla de ignorancia, agorerismo de barrio y
miseria kischt. Isabel toma el nombre prestado al convertirse en el recuerdo en
bailarina de compañías itinerantes (en la época del exilio) que deambulan por
oscuras regiones del país y
Latinoamérica.
Como se ve cambios temporales, en
función de esa cohorte de contrahechos cuya existencia emerge en el realismo
maravilloso descampado de Eloy, cuyos vínculos con la realidad de por sí son
propicios a una imaginería de lo narrado. Son sujetos como López Rega “dotado
para el resentimiento”, cantor barrial, anacrónico, arribista, esotérico,
y berreta, del que no se puede esperar
más que un residual ímpetu de venganza.
Tomás Eloy Martínez escribe una
biografía novelada, alusiva, lo que ya es un riesgo porque se parte de cierto
material de origen periodístico donde hay un desde el vamos, y tal vez lo único que hay que hacer
es montar la urdimbre de esa trama, que
por otra parte hay que contar.
Descifrar, leer entrelíneas, esto se
le recomienda al hipotético periodista Zamora, quiere decir narrar una historia
creíble con algo que se le escapa. Entonces la genealogía del General, se
manifiesta, en esos primos ya vencidos y que se amontonan como un tropel en
franca retirada... En verdad se habla de una biografía (o de varias, hecho a
todas luces imposible) De una imagen fija, como la famosa de Ezeiza y de su
palco, con hombres amenazando, blandiendo agresivamente armas.
Nada del cuerpo de Perón le
pertenece, está insistentemente desposeído, por una constante presunción. Fotos
de la Patagonia, desconocimiento del pasado, por lo que no importa que nada sea verdad o mentira. Los otros son los
que hacen pensar a un hombre, y señalan la vejez como cambio de humor. López
elabora un libro de Memorias con los astillados recuerdos del General, y
utiliza una impertinencia activa para lograr que su objetivo se cumpla.
Un poco todo será en vano. Con una
pizca de insatisfacción y de rutina, que ironiza el tiempo que pasó. Hay que
elegir un pasado, hundirse en historias remotas o reescribirlas. Un cuerpo
desaloja a otro cuerpo, una ráfaga de evocaciones distrae al General de su
intento, como si ello fuera algo ilusorio.
El esfuerzo consiste en recordarlo
todo, para dar así la medida de un hombre, y esto se vislumbra como imposible. “Al
mediodía de este 20 de junio, luego de marchas desde la Rotonda de Lavallol,
las columnas de militantes llegarán a la retaguardia del palco, en la autopista
de Ezeiza” Allí aparecerán otros protagonistas los jóvenes revolucionarios
(Tomás Eloy ya los había tratado en otros textos en ese caso periodísticos como
“La pasión según Trelew” donde concreta un tipo de escritura en la que el
testimonio y la reconstrucción de los infaustos acontecimientos del
fusilamiento, y la rebelión popular, que acompañaron los hechos históricos del
sur del país. Eloy Martínez cuando reprologa
el libro en 1997 ya se siente lejano a esos hechos y se considera otra persona.
En el de l 73, reflexiona “Me propuse tan sólo organizar las voces de aquel
coro para que su sonido no traicionara el sonido del pasado”. Justamente de
esto se trata y aunque no compartiera la forma de pensar de esos “militantes”,
héroes para algunos, víctimas inútiles para el pueblo en general, su trabajo)
es periodístico y le cuesta el propio cargo. Eloy compromete así su vida se dispone a tratar de entender a los
inútiles fusilamientos, su labor entonces es medida, y casi desaparece, porque
su intención es comprensiva y trata de desnudar en esos hombres - los fusilados
guerrilleros y los de la “Asamblea del pueblo”- con la obtención de un registro
que le permita ver la realidad de una situación de extremo conflicto, donde su
lectura periodística será testimonial e
identificatoria).
Diana en la novela es personaje
prototípico, joven sexuada y
troszquizada, una especie de paradigma femenino de la militancia extrema. Como decíamos la estrategia
narrativa de la Novela, es contar la vida del General mediante una constante
evocación de hechos ocurridos en la infancia y en la juventud de Perón visto desde el conflictivo presente de la vejez.
Todo ese
movimiento es provocado por dos sucesos: el inminente regreso y sus
preparativos. Entre ellos las Inevitables Memorias que prepara Lopez Rega,
escudriñando el pasado del General, con minuciosidad de escriba y tergiversación obsecuente. En
verdad, estas maniobras o procedimientos de la narración, se confunden, y se
esboza el tema de la falsificación (la
verdad y la mentira) o la invención de una realidad que complemente en esos
escritos, la verdadera y a veces inadecuada consistencia de los hechos. Así
López tiene una voluntad política, y el
novelista piensa en Literatura.
Esta vuelta de tuerca, aparte de
presentarse como un ademán pícaro, está dirigida de forma evidente a funcionar
como lectura, que crea su propio
verosímil, y las referencias siempre vuelven al círculo trazado por la poética
La relatividad de lo verdadero o lo falso se rige por una lógica de efectos que buscan la
significación de determinadas consecuencias. La invención, en ese hiato que
separa el hecho atestiguado de alguna manera, en Literatura narrativa se
arriesga a sumergirse en sentidos que el
arbitrio determina, claro que no sólo
esto debe guiarse por lo
verosímil literario, sino que el propio material exige un trabajo que
conmocione, que linde con la verdad. Se
trata de una escritura que al tratar temas históricos, debe ser integradora de
elementos dispersos. Eloy Martínez considera esto con cierta ambivalencia y lo
apócrifo es un recurso elusivo. Algunas
situaciones, incluso personajes., tienen como misión única cerrar la estructura de la novela.
Además decir que se realiza una reconstrucción de los hechos que el
escritor modula para transmitir una
determinada concepción de ellos. El
relleno de los blancos de manera
inevitable lleva hasta allí. El espacio de la Literatura está colmado de presuponer
cosas que se desconocen. Ahí se arriba al vínculo con lo político e ideológico,
que en este caso, y sabemos que Eloy es parte integrante de lo que está ocurriendo con Perón en su final estadía en Madrid, y con su
retorno. La misión periodística que motivó el acercamiento a ese exilio agónico
del General, ha sido transformada en empresa literaria. Ante su vista en ese
fugaz contacto, se encuentra con un personaje escurridizo y kischt.
Que en verdad se engaña a sí mismo, y
está como fuera de todo territorio, y los afanes son los de un hombre viejo,
cercano al estertor de la muerte y mostrando indiferencia e incomodidad en
relación a su inseguro regreso a la
Argentina. Ni Perón, ni López Rega pertenecen a este mundo, uno por desencarnación como el dice, el otro porque
navega entre la sordidez, el esoterismo
y la especulación.
Descifrar a Perón, leer entrelíneas
es lo que se le encomienda a Zamora ( ¿ Por que Eloy elige esta sustitución del
nombre, edificando un socias y en otros momentos cita a la conducta de Eloy y
sus merodeos en Puerta de Hierro, descubriendo el origen de la novela, que
arrancó de la labor periodística? ¿Porque Zamora (el alter-ego de Eloy es en la
novela un escritor fracasado? deprimido parece no valorar aquello que se pide, desmitologizar. Eso es imposible tal vez con
la vida de Peón cubierta y recubierta por leyendas blancas, grises, y negras. Parientes
enmudecidos, circulan en la novela
familiar, son aquellos que se ignoran
entre sí. Viejas fotos, que ni siquiera pueden ser rescatadas plenamente porque
la vejez atenta contra la memoria.
La no pertenencia, es, entre otras
cosas, no verse en el cuerpo. En la enfermedad y en la no continencia vive y se demuestra la igualación
vergonzante. “Ha envejecido tan de golpe que ni siquiera sabe que cosa es el pasado” y esta constatación vuelve indiferentes
a los que se hallan próximos al fin. El
pasado ya no puede responder, y Perón que fue de los demás, recién ahora se
enfrenta con su destino postrero. Allí lo toma Eloy Martínez y encuentra una
vida banal y cotidianeizada. La vejez es irónicamente un tránsito del humor y
la Argentina “indisciplinada” en la que piensa Perón lo que logra es
confundirlo.
Su historia no necesita de lustres
falsos, pero la versión definitiva será la Historia que Perón está contando
aunque sea falsa. Historias sin embargo remotas, en el Claustro donde reposa
Evita, el General y el Secretario se dedican a escribir memorias que ya duda el
viejo de que sean fieles. Registrar los recuerdos del General, algunas veces
arrancárselos, es de algún modo reconstruir un pasado. López hace que vanamente
Perón recuerde todo lo posible, lo sustenta, lo aísla, lo manipula, y Perón se
deja hacer ante esa insistencia El entorno adquiere allí su significación, pero
se trata de miradas oblicuas que exceden el testimonio.
Lo cierto es que el General (las
calidades y las esencias castrenses están propositalmente remarcadas) ya que el
que vuelve es un militar, regresa siendo una persona distinta de la que se fue. Todo se presenta como una ficción, se
configura una narración novelada que se atiene a hechos, que pueden derivar en
construcciones hipotéticas o no, que a
veces arrancan de hechos “comprobables”, pero como en la ficción operan con su propia lógica y sentido.
Hay elementos entonces de no-ficción,
el texto narrativo emerge esa zona ambigua, real,y de manera predominante se
tiene una versión de esa realidad. Si lo apócrifo es algo, o fabuloso o
supuesto, o fingido, lo ficcional puede operar en el lector, como diciendo la
“verdad” de la historia misma. La complejidad de lo falso, y de lo verdadero no
se reducen a la versión ideológica, y aunque las cartas están marcadas desde el
principio, es posible leer en el relato como lo verosímil, no en el sentido de
su función literaria, sino de la verdad posible.
Dice Saer, refiriéndose al carácter
de la ficción “no es por lo tanto una
reivindicación de lo falso de un modo deliberado –fuentes falsas, confusión de datos históricos con
datos imaginarios, etc. -lo hacen no para confundir al lector, sino para
señalar el carácter doble de la ficción, que mezcla de un modo inevitable, lo
empírico y lo imaginario”. (“El concepto de ficción”)
Esta oscilación, y esta densidad, por
lo menos se hace relativa cuando se trata de una escritura que no deja
determinar, para la lectura, cual es el margen de la distorsión o lo inventado,
y aunque la realidad objetiva es compleja los límites están dados, porque es
imprescindible ver al texto de esta
novela de Eloy como una ficción filtrada por lo real, y no olvidemos que los
personajes principales son históricos.
Basar la novela en la Biografía de
Perón, y centrarla en su retorno al país, es medir el efecto, que el propio
tema posibilita como recurso. La novela tiene secuencias que confluyen: La
historia de Arcángelo, de los guerrilleros y de los represores que se dirigen
al relato central, y deben ser leídas como operaciones interpretativas, que a
veces se niegan a si mismas. Mezcla de
elementos congruentes, el registro es dócil a una lógica que está afuera del
texto narrativo, los niveles políticos de inteligencia, se encuentran en la
tensión de la narración histórica.
Está inevitablemente convocada la
verdad, y la autonomía posible es
ambigua. Pone en juego una sucesión de
movimientos imaginarios, porque tal vez lo que interesa es el lado de lo real-maravilloso
de la historia. En los ahora lejanos tiempos, la inexplicable renuncia del
padre de Perón, y su huida
al sur, al desierto, lo conmociona y lo desubica al general, es como si
la acción del padre fuera impensable para él instalarse en otro territorio dificulta sus planes rutinarios, el padre quiere
utópicamente fundar una ciudad para un hombre solo, y ese sueño desmesurado no
puede ser otra cosa que la entrada en el abandono.
Pero Perón quería según Eloy
Martínez, sobretodo mantener su centro de gravedad, y esta presencia de la
rutina del General será un modo de considerar lo que Perón realmente
emprende.
La decrepitud física, la urgencia
obsesionante de la vejez, la enfermedad y la senectud como final doloroso,
”esas tristes gotas” horadan ese tiempo podrido, del cual solo quedan algunos
recuerdos, como una muestra, que ya no tienen otra posibilidad que enfrascar al
general en una historia personal que termina por desconocer.
Allá arriba en el claustro, el
cadáver de Evita suspira interminablemente, en ese lugar donde la memoria
funciona más como un requerimiento de López Rega, que con sus elucubraciones y
acertijos cuenta la auténtica historia o la que conviene decir.
La vida de Perón es una sucesión de
episodios, que van más allá de su propio sentido. Lo importante es como se lea
esa acumulación de acontecimientos, viejas fotos amarillentas, el padre no
pudiendo volver nunca más, clausurando el pasado. Todo lo ve el general, como
si fuera un testigo, ni siquiera privilegiado, en el mismo instante en el que se da cuenta de que
todo es una evocación. La influencia del Conde Von Schlieffen, y su concepción
de la guerra, en la cual las contradicciones y los infinitos planes
estratégicos, al ser todos válidos, y al anularse unos a otros, para volver a
resurgir y construir una nueva teoría estratégica, que no importaba, en su
continuo desplazamiento nada más que ser la instalación dc paradojas aparentes que impactan
en el pensamiento de Perón.
Esto constituye
una forma de decir, que los dogmas eran invariables y que era preciso
reformular continuamente la realidad, que no debe medirse con una sola vara, y
de encontrar las fuentes para el verdadero apogtematismo de Perón, y de su
posición pendular,
encontrando así el posible origen de su natural oscilación política. La
simplicidad de Perón se vierte en una verificación de lo ambiguo, de disponer
las situaciones en un verdadero abanico de posibilidades Por eso cuando acceden
al poder los políticos como Irigoyen, como Perón encuentran su destino
demarcado.
La idea central de la Nación en armas
“que no es sino la subordinación de las
industrias, servicios y energías del país, al objetivo de la defensa nacional”
la vertebra Perón siguiendo a Schlieffen, lo que demuestra la ductilidad del acertijo. La “gangrena anarquista” fue
una proliferación que el militar debía combatir a toda costa, y la
participación de Perón en el golpe del 30, lo vincula en una posición dictada
por su condición de militar jovcn, más que de una cerrada actitud inmodificable.
El baño de flores en la Avenida santa
Fe a los triunfantes cadetes del Liceo
Militar y el mismo Uriburu y la forma de considerar estos hechos, y también la
manera de posicionar a Perón respecto de
los civiles y la “abdicación” de Irigoyen constituyen formas de entender esos
procesos.
Pero esto se da en un ambivalente personaje
que remarca su pertenencia a lo político algunas veces y otras a su carácter de
militar, (recordemos que estas cuestiones se dan muchos años después, muy cerca
de que los militares argentinos vivieran la aventura de la suma del poder, y
luego el repudio más absoluto ).
Tomás Eloy Martínez entra a su
vez como personaje explícito cuando
Perón le aclara que entró a ese golpe del 30 como uno más y esto es como la aparición
de un cable a tierra, que tiene un efecto “desrealizador”. Perón inventa
consignas: la Patria socialista, la Patria
conservadora, en realidad dice que solo está sumando frases. La Historia
para el General es una puta, hay que gobernarla cogerla por el culo, es como si Perón en su ocaso se convirtiera en
desacralizador de lo que se le escapa, o ya forma parte de4 un mundo lejano,
venalmente anacrónico, o de un pasado sin memoria.
Num Antenaza, es
el guerrillero que confiesa a Zamora (que necesita ser “ficcionalizado”
evidentemente como subrayándolo), que fue quien mató al repudiado General
Aramburu. Zamora y la mosca que se posa en el espejo del coche
divide la verdad en miles de pedazos, por lo tanto ella es inaprensible. Las
columnas montoneras avanzando por Ezeiza y Num mezclado con Ana/Diana la
militante de izquierda, ahora en la epopeya del retorno del 20 de junio. El periodista deambulando por allí, ve a amigos,
conocidos y poetas, hundidos en la multitud. Hay escenarios que van cambiando:
el humo del café Gijon, la historia decrépita de los primos de Perón enlazados
en la historia, el nombre de Num excluido de los 12 apóstoles.
Zamora que no entiende la muerte,
otros ni pueden pensar en esa circunstancia, según Num el grupo inicial
necesitaba sobrevivir y por lo tanto
debía haber la muerte de un enemigo, en un
momento histórico en el que todo cambiaba de sentido. Porque en esta
novela están presentes los momentos congelados, periodísticos (Ezeiza, el
asesinato de Aramburu, el regreso de Perón, etc.) que arrastran de por sí un imaginario argentino. El grupo de la
infancia de Perón se pierde en el laberinto de los cuartos vacíos
preparados para la masacre, la historia
de la primera mujer de Perón y su esterilidad, o las andanzas de la madre del general.
Una secuencia que Eloy Martínez
desarrolla en otra novela posterior, es también un instante congelado y crucial
de la historia política argentina, Num le narra las peripecias del cadáver de
Evita (( En “Santa Evita” ya Eloy madura
su método inventivo,, lo que parecía fábula histórica ya es un relato
ficcional, investigación tergiversada,
narración de una conspiración residual, viaje por la locura donde las
copas del cadáver, su dispersión, semejan un juego de espejos en el que la
muñeca deambula por innumerables vericuetos,
Entonces el féretro itinerante es
como una metáfora de las desventuras del país de noticias falsas, mentirosas y
verdaderas, historias míticas. ¿De quién
esa luz, la fosforescencia que emana de
esa irradiación? ¿Quién posee ese misterio? Evita en las oficinas
militares de quien la esconde,
detrás de la pantalla de un cine,
trasladada varias veces, hasta terminar
en un cementerio europeo en Milán con un nombre supuesto.
El inventario de conjeturas y de
desgracias personales invaden el itinerario novelesco de esos personajes
perseguidos y desventurados, que se
obsesionan hasta llegar a la degradación. Esa Evita “entre el arrabal y la
cursilería” que se infiltra a pesar de todo por encima de los prejuicios,
cobrando dimensiones que la hacen sumamente inaprensible.
Las velas y las flores que
enigmáticamente aparecen y reaparecen como manifestación de un eventual
“Comando de la Venganza” de los que sus captores se vengan llamándola yegua, puta, pero que al fin terminan sometidos al influjo de su mito. Los
simulacros literarios de Copi, Perlongher, hasta Walsh, no hacen sino
redoblar un horizonte nacido casi de la
insignificancia y de la nada, un camino que se consolidó imprevistamente y ya
nadie pudo evitar o bifurcar.
Es como una búsqueda sin destino. El
esconder los rastros de ese cuerpo.
¿Qué hacer con él? Quemarlo, diluirlo, preservarlo, enterrarlo, cuando parece que guarda una nueva vida, en la que ese pequeño cuerpo embalsamado encierra todo un potencial sagrado. “El arte del embalsamador se parece al del biógrafo”, los dos tratan de inmovilizar la vida, dice Eloy Martínez, y el novelista toma esos procedimientos como una búsqueda que le permite rondar y reproducir en procura de verdades móviles).
¿Qué hacer con él? Quemarlo, diluirlo, preservarlo, enterrarlo, cuando parece que guarda una nueva vida, en la que ese pequeño cuerpo embalsamado encierra todo un potencial sagrado. “El arte del embalsamador se parece al del biógrafo”, los dos tratan de inmovilizar la vida, dice Eloy Martínez, y el novelista toma esos procedimientos como una búsqueda que le permite rondar y reproducir en procura de verdades móviles).
Perón en realidad piensa volver a
pampas arrasadas, saqueadas exprimidas, sin saber siquiera a quien pertenece, y
retornan los cuatro mil pedazos, de esa contingencia que lo excede con su
irrealidad. Esto que es conjetural, se torna una lectura literaria, que es en
verdad traer el pasado “biográfico” del general, es colocarlo en una estirpe de
construcciones familiares.
Entrar a pensar sobre un cuerpo que
corrompe es el auténtico tema narrativo. Perón en los momentos previos a su
retorno, cuando se hacen las valijas para un imprevisto viaje, repasa su vida y
constata que todas las cosas, inexorablemente
han pasado, sobretodo cuando uno pone el pie en el umbral de su vida. López
quiere hacer migrar el espíritu de Evita al cuerpo de Isabel, para cumplir sus
mandatos de dominación, desea convertirse en el amo absoluto, poco a poco va
urdiendo su manejo capturando a la
señora y al general, el resentimiento que Eloy Martínez descubre en él,
simplifica el atroz personaje. Son rituales para lograr la total transmigración
que lo permita todo.
Eloy lo entrevista a Perón,
transcribe sus frases, y repentinamente el general desmiente el encuentro
maniobra, lo utiliza, lo toma como altoparlante en las posibles vísperas de un
llamado a elecciones ( el famoso desensillar hasta que aclare ) y el escritor
tucumano se ve obligado a re4producir sus cintas .De lo ocurrido Eloy hace una
lectura periodística política. Perón que siempre decía que el
“escribía” sus propios cuentos, está planteando que el incidente no fue
verdadero, que la verdad esta en lo objetivo, pero que también hay que
ficcionalizar la práctica, con un gesto previsible que le exige su condición de
exiliado, que no puede hacer declaraciones políticas en España. La verdad
trastrabilla, sobretodo si queremos
hacer movimientos políticos, que siempre tienen un plus de
incongruencia.
En un
momento, que es mínimo en la historia, Perón se vuelve el que se
encuentra en la infancia, y su voz ronca diciendo “Compañeros! “ nos arrastra a
un pasado que de ninguna manera es real, y que ni la cita literaria hace real. El nombre Tomás une ilusoriamente
lo que no puede juntarse, es el nombre del padre de Perón, y es seguro que al
general le trae recuerdos de los desiertos de la Patagonia y de su lejanía, del
hombre que quiso construir una ciudad de la nada
¿Es
acaso Perón una figura vacía, donde los sentimientos son de los otros que lo colman, desde hace mucho según
Eloy los representa está como suspendido. Zamora queda varado en la autopista
que va a Ezeiza, y allí oye la noticia del desvío del avión, que aterrizará en
una base alternativa ante los graves hechos que suceden en el lugar de la concentración. Los
recuerdos y el presente se entremezclan invariablemente, la época del viaje
a Europa en la segunda guerra mundial,
su retorno que es una manera de
completar una imagen que no se desdice y
alude a lo que ya está sepultado.
La historia y los abrazos amorosos de
los militantes guerrilleros juveniles, viene a
poner el foco en los que son los otros protagonistas de la Operación
Retorno. Ellos son pintados con atributos cortazarianos casi
paródicamente. El zezeozo
Coronel Osinde es el encargado de
la aniquilación, en vuelo de águila observa la multitud, cumple su objetivo
exterminador y siniestramente represivo.
Perón cuando se despide de Madrid
acumula rencores y envidias, que no podrá cerrar el impulso de su entrada en la
gran política, ya que la memoria es perezosa como su decadencia física y los
recuerdos inmediatos y distantes. Pero el pasado vuelve, de eso se trata la novela, los hombres de seguridad pueblan
el Aeropuerto con sus barrigas y sus armas, después ocuparán el terreno.
Una Comitiva “protocolar” aguarda al
General, los 7 viejos son cloacas de su
pasado , meros fantasmas de la vejez
ignominiosa. Un gentío sin
comandantes acosa al palco con su pedido. e insiste con sus preguntas. La
tragedia se desata y los hombres resisten, torturas, bravuconadas grotescas y
muertes grotescas sobrevuelan y contaminan el aire de Ezeiza.
Años después Eloy Martínez publicó
“Las vidas del General” donde reúne textos de diversa naturaleza cuyo centro es el trabajo periodístico para
la revista Panorama, una memoria que Perón le dictó 1970, y que luego consideró canónicas.
En verdad eran Desmemorias de alguien
ya deteriorado, que luego se iba a
transformar en un personaje clave de
la coyuntura. Eloy Martínez las
publica “con la esperanza –quizás inútil–
de que esas páginas dialoguen con todas
las ficciones que escribí sobre el
peronismo, y de algún modo las clausuren”. Documentos y testimonios,
referencias a pueblos donde habitó Perón
en la infancia, recuerdos de amigos sobrevivientes, entrevistas, recortes,
actas, registros, momentos
significativos la actuación de Perón en “La Forestal” anécdotas y
perfiles, versiones “fidedignas” En realidad , aquí está la base material para
sus posteriores ficciones, publicados en el ojo de la tormenta.
En el Capítulo “Perón y sus novelas.
Eloy se pregunta como disponiendo todos los datos pasa escribir una biografía del General terminó
realizando una novela de ficción. Amalgamar en una voz, periodismo y literatura
fue lo que se le impuso como tarea, y lo fue definiendo cono escritor. Cuando
se dio cuenta que la Historia de ese período era inverosímil, comenzó a ensayar
su invención, tenía suficiente material
fantástico para convertir “el presente en una fábula”. Ya que en las “memorias” Perón
quería construirse, forjar su propio monumento, se dedicó a inventar su vida. A
instalar su “versión narrativa” (ideológica)
que se separaría de otras versiones periodísticas e históricas que
colisionan entre sí. Eloy escribió varios borradores: el primero periodístico,
luego intentó la Biografía y también fracasó, al fin configuró una ficción.
Pero esas “verdades en movimiento”,
que respiran en la novela colocan un
problema. ¿En qué lugar está la verdad? hay una verdad de la Literatura aunque
la ficción se relacione con lo verosímil literario, el periodismo maneja un
criterio de verdad que se complejiza con la información, su posible
manipulación, y la naturaleza de la comunicación en sí. Y la Historia linda a
veces con la locura, la pesadilla y la
Verdad, pero sigue siendo Historia.
Las
lecturas y versiones narrativas se entrelazan en un juego donde es
difícil dividir las aguas, encontrar el hilo invisible que las reúne en sus
diferentes visiones. En realidad son formas en las que se tergiversa un pasado.