La escritura en
objeto (Macedonio Fernández) por Germán García.
Este libro de alguna manera, transita en la ensayística de
Germán García, cumple con un tramo que resume la problemática que se trajo a
discusión reformulando nuestra literatura con la apreciación de la escritura de
Macedonio Fernández como referencia literaria de la cual estas reflexiones
configuran un punto de arranque, y a la vez la condensación de una poética y
una influencia perdurable, analizan los escritos de un verdadero precursor oculto
además de provenir de un pensamiento extremo, una singular escritura que trata
de volcarse a sí misma.
Un raro pensador, que con su enigmática fórmula, de “filósofo cesante” alienta, sin proponérselo la aparición de nuevas formas e inéditos procedimientos.
Un raro pensador, que con su enigmática fórmula, de “filósofo cesante” alienta, sin proponérselo la aparición de nuevas formas e inéditos procedimientos.
Germán comienza y termina su libro con el reconocimiento a Adolfo de Obieta en la construcción de la narrativa de Macedonio. Quien, Adolfo, olvidó su propia obra, para sumergirse en la de su padre, merece la atención porque su tarea posibilitó la existencia de la principal producción macedoniana. Germán lo plantea con claridad, para escribir su trabajo, se valió fundamentalmente de “Duelo y melancolía” de Freud, y los estudios acerca del estilo (sobretodo el manierismo) de Jacques Lacan. Ante la extrañeza, y la complejidad de los textos de sintaxis enredada, barroca y especulativa, es necesario seguir el ritmo y respiración flotante de ese entramado, mezcla y reverberación conceptual que tienen como fondo la constante errancia. En la vida y en la escritura-pensamiento, que en absoluta soledad, reescribe interminablemente su propia condición, una estética de rasgos radicales con una original manera de interrogarse, en las entradas y salidas de su propio trayecto. Las iluminaciones de Macedonio Fernández, esta verdadera alegoría de la ausencia, motivan el viaje por los rincones de la escritura, la que busca reencontrar, hallar, rechazar y convocar aquel objeto perdido del amor que se reconstruye en esta búsqueda interminable.
La escritura es la actividad de un sujeto solitario. Que en la penumbra de su cuarto procura, mágicamente hallar ese objeto perdido, que se transforma en un diferir o una digresión que solo es un recomienzo incesante, de la negación del tiempo, y por lo tanto de la muerte.
“El ejercicio solitario de la literatura” va junto a esa negativa, a partir de la cual se abre el espacio de lo rememorado y del continuo interrogante. Ese misterio del ser, de la vida y su contrario. Hace que la inexistencia o la nada sean el camino inexorable para escribir- pensar, aquello que lo rodea, y que Macedonio, con su extravagancia trata de sortear. Para algunos es más personaje que otra cosa, su deambular por las pensiones, su desaparición y ensimismamiento, hasta sus manías alimentarias, fotofobia y su manera de abrigarse, lo cercan, parece ser “una extraña y particular aventura existencial “ sin embargo estos rasgos deben leerse como anécdotas fallidas que encubren un modo de acercarse a los problemas que esta singular estética persigue. Posponer, disgredir, distraer, serán las tácticas para evitar vanamente el vacío o la nada que lo acosan.
El sujeto escindido, precario, que busca un tono, y ahuyenta
la ausencia, encuentra en ella las huellas de una biografía imposible, mediante
la escritura, sospechosa en la dirección del secreto, que indaga un insistente
escribir en los bordes. En la autonomía (autismo) de Macedonio, en su invariable
solipsismo, el intenta borrar cada elemento exterior. Los espejos se volverán hilarantes,
deformando ese imaginario que persiste. Macedonio arma con la escritura que
está inserta en la trama infinita, un lenguaje disperso. La preponderancia que
da al lector termina por anularlo, o por lo menos, cambiarlo intermitentemente
de lugar. El retorno del padre muerto hecho registrado en una carta y en otros escritos,
se alucina en un hipotético encuentro convertido en un sueño postergado, vuelve
distorsionado en el recorte que se halla en el relato. La función del humor
conceptual de Macedonio opera apaciguando y encantando lo pronunciado en el
tono de la voz que oye para fundirse en el. Macedonio “el claro misterio de la
muerte “solo atina a creer en la inmortalidad que puede protegerlo. Suspender
el tiempo es semejante a negar ese objeto perdido, a unirse con el cuerpo, la
hipocondría significa acceder a la errancia vacilante que lo justifica. El
pensamiento macedoniano se da en imágenes visuales, que rozan en el ensueño su sentido
de verdad, y de goce estético. “El escritor es un médium “, aquel que realiza el diálogo con los elementos de un
mundo interno-externo. Que en esa vinculación enlaza un campo de relaciones. “El
juego de estos desdoblamientos e inversiones es la transcripción de un silencio
fundamental, de una ausencia radical que hace a la escritura tan imperiosa como
inútil”. Las claves psicoanalíticas le sirven a Germán García para intentar dilucidar
la acción de la escritura, y extender a ese universo que separa la palabra y el
pensamiento, escisión (lenguaje esquizofrénico ).El ser y el escribir pero sin
simplificación esquemática, en la riqueza de ese proceder. Las variaciones,
cada vez más complejas de la Eternidad, motivo esencial de esa reflexión
suavemente desgarrada .La muerte es la imagen de la madre, la aparición y el
regreso del padre muerto, en ese instante congelado y en medio del ensueño, son
en verdad un retorno imaginario a la infancia donde se presentan todas las encrucijadas.
Es que la muerte es ocultación, y el deseo, la visión, de lo real/ irreal juegan
en el espacio del ensueño. El humorismo de la Eternidad de Macedonio es
transaccional, enmascara su relación con el otro y lo otro, luchando contra la
escisión del yo, por la escritura, único refugio posible. El irrealismo
macedoniano , parte en verdad de la negación .Para (la realidad) no existe, y
por lo tanto es auténtica su preocupación .Pensar en imágenes o metáforas
constituyen una condena, pero también la oportunidad del despliegue de una
interrogación continua.
La Pasión preside esta reflexión del encierro, ese deseo de fundirse en el otro,, el intercambio, y el impulso que lleva a la intuición de lo eterno. La Pasión “afán de ser el uno en el otro” p 77 envuelve la “idealización” macedoniana, desborda al sujeto. En el duelo por el objeto amado perdido, ve que el cuerpo se disuelve, y es necesario que alguien viva en él, tratando.
Solo hay intervenciones, arabescos en la memoria, no existe la realidad. El lenguaje es lo único
La “identidad del duelo y la escritura” explica esos vertiginosos, cautelosos ´pasos hacia plenitud que es para la anulación del olvido, la verdadera muerte.
“Macedonio se ausenta de la escritura para que la Eternidad se haga presente presente en ello” y la oscilación (mostrar y borrar ) más que un mero chiste es la característica de la separación y el encuentro con el ser amado desaparecido. Macedonio iguala el delirio,el ensueño, y la demencia , la intensidad de las imágenes, y las sensaciones, solo intentará reconocer esos estados. Estas formas de la Pasión, encontrarán en la escritura, el sentido, mapa, soporte, del recorrido de la ausencia. La Pasión está fuera del tiempo y la sintaxis dispone la causalidad del mundo y sus obstáculos. El tiempo agujereado, esa discontinuidad radical que acecha.- “La escritura buscará ese objeto perdido, será ella misma la huella en que el objeto se borra, el objeto que su huella traza” p 118.
La Pasión preside esta reflexión del encierro, ese deseo de fundirse en el otro,, el intercambio, y el impulso que lleva a la intuición de lo eterno. La Pasión “afán de ser el uno en el otro” p 77 envuelve la “idealización” macedoniana, desborda al sujeto. En el duelo por el objeto amado perdido, ve que el cuerpo se disuelve, y es necesario que alguien viva en él, tratando.
Solo hay intervenciones, arabescos en la memoria, no existe la realidad. El lenguaje es lo único
La “identidad del duelo y la escritura” explica esos vertiginosos, cautelosos ´pasos hacia plenitud que es para la anulación del olvido, la verdadera muerte.
“Macedonio se ausenta de la escritura para que la Eternidad se haga presente presente en ello” y la oscilación (mostrar y borrar ) más que un mero chiste es la característica de la separación y el encuentro con el ser amado desaparecido. Macedonio iguala el delirio,el ensueño, y la demencia , la intensidad de las imágenes, y las sensaciones, solo intentará reconocer esos estados. Estas formas de la Pasión, encontrarán en la escritura, el sentido, mapa, soporte, del recorrido de la ausencia. La Pasión está fuera del tiempo y la sintaxis dispone la causalidad del mundo y sus obstáculos. El tiempo agujereado, esa discontinuidad radical que acecha.- “La escritura buscará ese objeto perdido, será ella misma la huella en que el objeto se borra, el objeto que su huella traza” p 118.
La Eternidad, que organiza las acciones de la escritura, no
tiene verificación, trasciende y desacomoda, el sujeto provisto por la Pasión, convoca.“Efecto
de su metafísica pensada y escrita en ese movimiento que fractura el yo,
tornándolo casi una ilusión” A Macedonio le gusta registrar los últimos momentos
de la vigilia. Para saber el verdadero instante que hay entre el sueño y la
sumersión en ese umbral. Al identificar el objeto , el yo se escinde, y el cuerpo
entra en el despedazamiento, la lucha por el lugar, es la verdadera fuente
misteriosa del ser, alucinado es Una gramática
de la mirada, develar el secreto
( cómo sería ser mujer )-.El enigma de la femineidad , atender al abismo de eso
que hace crecer al deseo, a la mirada como recurso. “Mirar equivale a
identificarse con lo mirado” (p 157 ). La última novela mala (Adriana Buenos
Aires ) y la primera buena ( Museo de la Novela de la Eterna ) constituyen (en
sus páginas intercambiables) una especulación de entradas y salidas en el ensueño.
En el silencio, es donde la consecuente fragmentación sistemática de lo dado es
el marco en el que Macedonio se dispersa con el individualismo de su autismo,
con la palabra del otro, signado por lo Pasional de su escritura. La lista
heterogénea de pensadores a los que cita, indica por un lado la selección que
ensaya, y la intensidad de su esfuerzo. La amada vive en su pensamiento, que
mezcla con la relación con la inexistencia y la nada, como principales puntos de
sus derivaciones. El pensar mantiene su atención flotante respecto al objetivo
de inmiscuirse en el misterioso mundo del ser. Las ideas políticas de Macedonio
fruto de su formación profesional-social, en su originalidad demuestran que se
analiza lo real desde otro lado. La excentricidad encuentra su rasgo verdadero.
La pérdida solo puede restituirse (imaginariamente) en un objeto la literatura,
por eso la obra de Macedonio es una propuesta creativa y de escritura. Lo que
llamamos la obra de Macedonio, ese objeto astillado, difícil de reducir, y que
tenemos ante nosotros, en busca de la reproducción de lo amado.
Una palabra falta, una imagen es palabra, el peregrinar es acceder
a un absoluto tal vez imposible.
Una ética literaria ( que entrará en colisión con otras),
una versión que seduce a toda una generación (Literal ) y que Germán con este
libro representa, encarna, y difunde.
Dirá: “La subversión de Macedonio consistirá en la promoción
de la Eternidad” p 186.
Diferir, desplazar, invariablemente hacer creer, cachar,
atrapar,vivir en el ensueño.
Dice Germán: “El texto se construye como objeto ”En este ir
y venir el sujeto solitario, medita místicamente. Su estilo es en verdad la
práctica de una forma que esta en las iluminaciones que lo cercan.
La voz que se escucha, en esa
trama, que reside en el lenguaje, Macedonio/ Germán nos enseñan que hay que
estar consciente del rumor y que la literatura en objeto tiene como meta
convocar a lo perdido .Risueñamente hallar en nosotros los riesgos de la escritura
Jorge Quiroga